Diseñando transmilenio para cambiar comportamientos

Ricker Silva
Ricker Silva
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6 min readMay 7, 2015

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Hace unas semanas anunciaron en un noticiero y luego en diarios por toda la ciudad de Bogotá que Transmilenio iba a hacer una prueba piloto. ¡Eso es fantástico! Transmilenio es una de las empresas mas grandes de la ciudad, un frankenstein de la inversión pública y privada casi indescifrable, una empresa, en pocas palabras, colombiana y estaba haciendo una prueba piloto, un experimento para encontrar una solución apropiada para evitar que la gente entre al sistema sin pagar. Nunca antes había visto una empresa así invirtiendo en investigación y desarrollo.

El anunció era de un artículo de fantasía llamado “puerta anticolados”. Todo se imagina uno menos que existan puertas anticolados.

¿Puertas anticolados? ¿Prueba piloto?

¡Pamplinas! La prueba fracasó antes del medio día del día D porque la única diferencia era que habían puesto marcos anaranjados en el borde para hacerlas ver intimidantes, un imán y un sistema de audio para emitir un aturdidor ruido cuando la puerta no se cierra. Y sin embargo ahora las vemos en varias estaciones de la troncal caracas sin ninguna modificación, en contra del concepto mismo de una prueba piloto. ¿Cómo pude llegar a creer eso? ¿cómo puede ser una puerta anticolados? Tal cosa no existe. La única puerta por la que no se mete nadie es una puerta cerrada. Las puertas sólas no harán ningún cambio.

El principal hueco de seguridad de las estaciones de transmilenio, son esos huecos que están a los costados, justo donde el bus de detiene a dejar y recibir personas: Las puertas. Casi ninguna cierra y las que están cerradas no se abren cuando llega un bus y toca oprimir un botón que con suerte las forzará a abrir. Algunas cierran antes de que el bus cierre sus puertas atrapando personas en la plataforma y golpeando a otras. La gente debe abrirlas a la brava, forzando la máquina que igual ya está dañada. (Intuyo algún magnifico financista o economista en una cruzada por reducción de costos). En conclusión, el sistema tiene unas puertas malísimas, que no soportan el embate de los millones de pasajeros que las atraviesan o de los cientos de buses que se detienen a cada instante frente a ellas. Así que lo primero es garantizar que las puertas abran y cierren sin causar demoras en la entrada y salida de pasajeros de los buses, que no abran antes de que el bus llegue, que se cierren justo cuando el bus cierra sus puertas y que mientras no haya bus al frente, estén fuertemente cerradas. ¿Básico verdad?

Otro cuento son lo colados.

Alguien con quien trabajé alguna vez se enfrascó conmigo en una discusión y la conclusión, creo que el ganó, fue que el problema siempre será del indio y no de la flecha y en la mayoría de los casos será del indio que fabricó la flecha. Es decir, uno al indio no lo puede controlar, no puede explicarle a cada indio como usar la flecha y como ser eficiente con ella, pero sí puede diseñar la mejor flecha posible para que cualquier indio, por muy civilizado que sea, pueda dar en el blanco.

Hagamos lo mismo con el diseño de las estaciones de transmilenio.

Ésta de arriba es una estación normal de transmilenio. Tiene un vagón con puertas a los costados; una plataforma de acceso al bus que es un volado del piso de la estación donde la gente puede aproximarse al bus sin caerse y también, pararse mientras llega el bus, treparse si está entrando sin pagar, saltar a la vía, et cétera. Para evitar esto transmilenio ha sido muy ingenuo. Han instalado en algunas estaciones unas barandas amarillas en los extremos de la plataforma, cuya forma es muy similar a la de una escalera que ayuda a la gente a asirse mejor mientras trepa para entrar sin pagar a la estación.

¿Que por qué entran sin pagar?

Bueno, digamos que los humanos, primates sin pelo, erguidos, que caminan en dos patas, son unas bestias cuyas actividades demandan cantidades ingentes de energía. Por eso han desarrollado una habilidad especial para encontrar los caminos más cortos a su destino. Cuando llegan a un puente peatonal de 300 metros de largo atestado de otros individuos y a sólo 10 metros la estación a la que se dirigen, con una plataforma segura para esperar y una escalera al costado para trepar y puertas dañadas, la decisión es inmediata. Claro, también puede que sea porque somos una gavilla de rateros que no queremos pagar el pasaje y preferimos aprovechar las falencias del sistema para lograrlo.

Resumiendo

La estación tiene tres elementos que invitan a colarse: primero, una plataforma externa suficientemente ancha que no reviste peligro para quien se pare en ella; segundo, una escalerita amarilla con fuertes asideros para el proceso de treparse a la plataforma y tercero, unas puertas que no funcionan como deben. ¿Cómo lograr que esos elementos trabajen en contra del deseo profundo de no pagar y colarse? Sencillo, hagámoslas peligrosísimas.

Es cierto que han muerto personas cuyo proceso de colarse ha sido desafortunadamente fatal. Pero, y esto va a sonar muy feo, si se muere una persona por semana y se cuelan 25.000 por día, hablamos de una tasa de mortalidad de menos de una persona por cada 100.000. El homicidio en 2013 registró 30.33 casos por 100.000 habitantes, los suicidios 3.84 y los accidentes de transito 88.8, según medicina legal. Total, es muy difícil que me pase a mi, sería muy desafortunado.

¿Cómo hacer estaciones peligrosísimas para colarse?

Primero, quitar la plataforma o poner las puertas justo al borde de la plataforma. De esa manera nadie de afuera tendrá dónde pararse para acceder, no habría forma de asirse a nada, sería como trepar por una puerta de vidrio. Ni siquiera el hombre araña lo podría hacer porque no existe. ¡Y ya! ¡Eso es todo!

Las escaleras (o barandas) amarillas ya no existirían porque ese lateral de plataforma es en vidrio y ya dijimos que las puertas deben funcionar. Las estaciones nuevas podrían diseñarse de ceros pensando en eso y el sistema seguramente no tendrá que recurrir al último invento para evitar los colados: La jaula.

Esta inmunda jaula que han puesto en algunas estaciones es la cosa más fea y agresiva que se han inventado después del policía metropolitano verde avispón. Es una barrera que divide a transmilenio de la ciudad que tanto lo necesita. Es una división infranqueable, seguramente eficiente, que más o menos indica que o los de allá o los de acá son gente que es mejor tenerla encerrada.

Un sistema que hoy goza del menor cariño posible de los bogotanos, de su más grande indiferencia, no debería separarse. Todos nos necesitamos en este sistema y transmilenio debe acercarse a nosotros y nosotros al sistema; sentirlo nuestro, sentirlo justo y útil y no verlo como una jaula donde hay unas bestias peligrosísimas a dónde es mejor no entrar.

Originally published at rickersilva.com on April 29, 2015.

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